Con el transcurso del tiempo, las distintas regiones de Runaterra han ido reuniendo símbolos, relatos y tradiciones que recuerdan poderosamente a las mitologías de culturas reales. Lo que empezó como una mezcla de pueblos con modelos sociales diversos se ha convertido en un mapa cultural multiforme que evoca muchas de nuestras antiguas civilizaciones. Explorar este universo ficticio es, en muchos sentidos, recorrer un espejo algo distorsionado de nuestra propia historia.
A continuación, hacemos un recorrido por algunas regiones de Runaterra imaginándolas como culturas míticas reales, comparando Ionia con las tradiciones de Asia oriental, Shurima con el Antiguo Egipto, o Freljord con las sagas nórdicas.
Ionia: espiritualidad oriental
Ionia se perfila como el núcleo espiritual de Runaterra, un territorio donde lo mágico y lo natural conviven en equilibrio. Montañas envueltas en niebla, templos enclavados en paisajes espectaculares y bosques que parecen vivos nos remiten claramente al imaginario de Asia oriental. Tradiciones budistas y taoístas parecen eco aquí, donde la filosofía y la contemplación forman parte del día a día.
Los monjes ionianos son guardianes del equilibrio, semejantes a sabios taoístas o ascetas. Incluso las artes marciales, como las que practica Lee Sin, se sienten más como disciplinas espirituales que simples técnicas de combate.
Pero Ionia también sufre. La invasión de Noxus rompe ese equilibrio, transformando una tierra de armonía en un espacio de conflicto, donde la espiritualidad choca con la violencia exterior. Este contraste recuerda en cierta medida antiguas invasiones en Asia, como las del Imperio Mongol hacia China o los enfrentamientos históricos en Japón.
Shurima y su legado faraónico
Situada al sur, Shurima se yergue entre dunas interminables llenas de ruinas majestuosas. No es difícil verla como un reflejo reinventado del Antiguo Egipto: pirámides que se elevan al cielo, faraones-dioses como Azir y arenas que funcionan como fuerza vital o destructiva.
La historia de Shurima articula la caída de un gran imperio seguido de un renacer. Los Ascendidos —seres semidivinos con rasgos animales— recogen la iconografía egipcia: felinos, halcones, chacales. Campeones como Nasus o Renekton parecen guardianes cósmicos atrapados en tragedias, un motivo recurrente también en la mitología egipcia.
Freljord: fríos mitos nórdicos
En el lejano norte, Freljord conjuga todos los elementos clásicos de los mitos nórdicos y germánicos: glaciares que cortan el aliento, tormentas eternas, clanes enfrentados por lealtades antiguas. La supervivencia aquí no depende de imperios ni de filosofías complejas, sino de comunidad, tradición y resistencia.
Las leyendas que corren por este territorio están pobladas de dioses antiguos, profecías que se extienden hacia el desastre y héroes llamados a ser recordados. Ashe, Sejuani y Lissandra encarnan distintos estilos de liderazgo, muchas veces destinados a chocar, y el hielo eterno actúa como metáfora del destino inevitable, del Ragnarok o de las catástrofes proféticas que no pueden ignorarse.
Demacia vs Noxus: dos visiones de poder
Si Ionia, Shurima y Freljord se inspiran en tradiciones ancestrales, Demacia y Noxus evocan la Europa medieval y renacentista, aunque con licencias fantásticas. Demacia proyecta una imagen idealista de reino caballeresco: honor, ley, tradición. Pensamos en Camelot, en relatos de caballeros y justicieros. Pero bajo ese brillo hay tensiones: diferencias sociales, rigidez moral, conflictos internos.
Al otro extremo está Noxus, imperio expansivo donde la ambición y la fuerza tienen más peso que el linaje o la nobleza. Aquí el ascenso no se basa en el honor, sino en el mérito, en la astucia, en la voluntad de imponerse. La rivalidad entre Demacia y Noxus se presenta así como un choque entre dos modelos de civilización que la historia europea ha visto repetirse: idealismo frente a realismo, tradición frente a pragmatismo.
Piltover, Zaun, las Islas de la Sombra y lo cósmico
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Piltover y Zaun: representan dos caras de la modernidad. Piltover es el progreso, la invención, la prosperidad; Zaun, la parte oscura de ese avance: desigualdad, contaminación, los riesgos de la ciencia sin regulación. Es una mitología moderna, de industrias, engranajes, inventores… y de lo que ocurre cuando los excesos no se tienen en cuenta.
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Islas de la Sombra: su mito central es la Ruina, un cataclismo que convierte lo floreciente en lo espectral. Aquí convergen ideas mitológicas sobre el más allá: los fantasmas, la condena eterna, lo que no descansa. Seres como Thresh, Kalista o Hecarim no son villanos típicos: son víctimas de esa tragedia, almas que no logran soltar su vínculo con la vida.
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Monte Targon y Bandle City: evocan lo fantástico y lo divino. Targon alude a leyendas de montañas sagradas, de guerreros que se alzan para tocar el cielo. Bandle remite al cuento popular: criaturas diminutas, magia, portales, fantasía pura.